Por una Universidad al servicio del Pueblo argentino

«El Estado encomienda a las universidades la enseñanza en el grado superior, que prepare a la juventud para el cultivo de las ciencias al servicio de los fines espirituales y del engrandecimiento de la Nación y para el ejercicio de las profesiones y de las artes técnicas en función del bien de la colectividad. Las universidades tienen el derecho de gobernarse con autonomía, dentro de los límites establecidos por una ley especial que reglamentará su organización y funcionamiento».

Constitución Justicialista sancionada en 1949 por el Gobierno de Perón

Los conflictos que vivimos en los últimos años en la Universidad Pública, evidenciaron que existen dos perspectivas en pugna para la Educación Superior. Una de ellas es la de una Universidad para unos pocos y que esté subordinada a las exigencias de la “globalización”, es decir, cuyos contenidos y presupuestos favorezcan a los intereses de grandes empresas y capitales multinacionales dejando de lado las necesidades de nuestro Pueblo. La otra, concibe a la Educación Superior como propulsora del desarrollo y bienestar de la Argentina, como espacio al que cada vez más personas puedan acceder y del que surjan los debates que respondan al interés nacional.

El gobierno de CAMBIEMOS dejó en claro desde el primer momento que adscriben a la primera de estas perspectivas: la de subordinación y elitismo que nos somete a la dependencia y al subdesarrollo. En este sentido, desde que el Gobierno entregó al FMI la capacidad de tomar decisiones respecto a la política económica, este “proyecto” cobró mayor impulso. No olvidemos que en el año 2000, el FMI le había exigido a la Argentina el arancelamiento de la Educación Superior. Este precedente muestra que su objetivo es limitar la producción de conocimiento y reorientar a la Argentina como país agroexportador dentro de la División Internacional del Trabajo.

Del otro lado, estamos quienes defendemos la Universidad Pública de calidad, de ingreso irrestricto y gratuita. Como peronistas, estamos convencidos del lugar que debe tener la educación superior. La gratuidad universitaria, decretada en 1949 durante la presidencia de Perón, fue una decisión política de un gobierno que sabía que es un actor estratégico en el desarrollo del país. Su mayor logro fue que «la universidad se llenó de hijos de obreros, donde antes estaba solamente admitido el oligarca. Porque la forma de llevar al oligarca es poner altos aranceles, entonces solamente puede ir el que lo paga». Necesitamos una Educación Superior que se ponga del lado de los intereses de nuestro Pueblo. Para eso son necesarias las Casas de Altos Estudios en las que ingresen y finalicen sus carreras cada vez más estudiantes, en la que se desarrolle el pensamiento crítico y el trabajo colectivo, en la que se formen profesionales que puedan debatir acerca de las verdaderas necesidades y problemas de nuestro pueblo y aportar a su solución.

Es fundamental la organización del Movimiento Estudiantil para construir el poder necesario para avanzar en nuestras reivindicaciones inmediatas, pero también que tenga un horizonte de futuro que contemple a las próximas generaciones y camadas de estudiantes. Debemos organizarnos para luchar por esa Universidad que sea protagonista en los debates, las ideas y los hechos que hagan grande a la Patria. Los y las estudiantes no podemos quedarnos aislados de la disputa política nacional de la cual dependen nuestros derechos. Debemos aportar a la construcción de una Universidad Pública que tenga como horizonte la Justicia Social, la Soberanía Política y la Independencia Económica.

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